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PUERTO

ADIÓS, PUERTO

                                                    

                                                         ADIÓS, PUERTO

La profesora María del Puerto Martín Hernández falleció ayer, 13 de julio de 2019, en Bienvenida. Tuvimos la suerte de tenerla de compañera desde 2008 y su fallecimiento, no por inesperado, nos ha sobrecogido. No tenemos palabras para elaborar una necrológica objetiva y documen­tada, pero sí podemos recordar lo que expresamos hace dos años con motivo de su jubilación, un acto que preparamos también con pena, pero que Puerto acabó convirtiendo en una fiesta, como no podía ser de otra forma. Es por eso que el texto destila ese tono jocoso que a ella tanto le gustaba. Decíamos entonces que su persona era un ejemplo de trashumancia a la extremeña, pues nació en Hoyos, capital de la Sierra de Gata, en 1964, pero quiso el capitalismo financiero (su padre era director de banca) que pasara su infancia y juventud en localidades como Villafranca de los Barros, Barcarrota y Moraleja. Marchó a Cáceres a estudiar en 1982 y se licenció en Filosofía y Letras en 1987, escogiendo la más bella y también la más improductiva (laboralmente hablando) de las especialidades: la Historia del Arte, y aun así, gracias a su valía, acabó trabajado de lo suyo y explicando el Románico a nuestros angelitos. Casó en 1994 con un veterinario de Bienvenida, Manolo, convertido estos últimos años en su enfermero permanente. Qué mal lo estarás pasando. Se vinieron para acá y a continuación la mandaron a trabajar para allá, al otro extremo de la región, precisamente a su pueblo, donde dio clases durante dos años en un pequeño centro de FP. Sus siguientes destinos serían Llerena (en sus dos institutos, cuando los tenía), Alconchel, Villafranca y Berlanga, donde permaneció seis años antes de aparecer por Fuente de Cantos. En breve se hizo querer por su carácter extrovertido y un punto escandaloso. Ya por entonces estaba en el instituto su hija Jara, nacida en 1995, una réplica de su madre, y ahora tenemos a su otro vástago, Manuel, nacido en 2002 y todo un señor de segundo de Bachillerato.

En la memoria de este joven instituto, y más aún entre sus compañeros del Departamento, permanecerá para siempre la imagen de una profesional valiente e industriosa. Recordaremos sus andares enérgicos, su voz de caverna, su elegancia permanente y su manía de estar siempre rodeada de gente y dominando la tertulia. Irreductible en sus principios y flexible a la hora de compartir el trabajo. Le pedimos que resistiera a tanta adversidad, a tanta injusticia, y lo ha hecho como un jabato hasta el final. Adiós, Puerto, ha sido un placer, has sido un ejemplo.