MATEMATICAS 1º E.S.O.
MATEMÁTICAS 1º DE E.S.O.
Aquí encontrarás toda la información sobre tu asignatura de MATEMÁTICAS de 1º de E.S.O.
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I.E.S. Alba Plata (F. Cantos)
Dpto. de Geografía e Historia
Felipe Lorenzana de la Puente
TEMAS XI y XII:
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, LA GUERRA FRÍA Y LA POLÌTICA DE BLOQUES
I. ANTECEDENTES.
Los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial se hallan en el expansionismo de Alemania, Italia y Japón, motivado por la necesidad que alegaban de tener de un espacio vital donde explotar las materias primas de las que era deficitarios y alojar sus excedentes demográficos. Era también una reacción a los tratados de paz de la I Guerra Mundial, que habían perjudicado a Alemania y no habían satisfecho a Italia ni a Japón en sus aspiraciones territoriales. Por último, esta política expansionista se llevó a cabo porque fue consentida por las democracias europeas, quienes no advirtieron de que se trataba de la antesala de un nuevo conflicto mundial.
El antecedente más significativo de la II Guerra Mundial fue la Guerra Civil española (1936-1939), en la cual no fue respetado el acuerdo internacional de no intervención en la misma. El bando rebelde del general Franco obtuvo el apoyo de Italia y Alemania, quienes tuvieron así la oportunidad de probar el armamento que habían ido fabricando intensivamente durante los últimos años. Por su parte, el bando republicano no contó con el apoyo de las democracias occidentales ni siquiera para al abastecimiento de armas. Sólo la URSS y los voluntarios de las Brigadas Internacionales acudieron en su defensa. La Guerra Civil, en fin, demostró la alianza entre Alemania e Italia, les sirvió de preparativo militar y ratificó la actitud pasiva del resto de los países europeos y de Estados Unidos ante el expansionismo y la beligerancia de los regímenes totalitarios.
II. LA POLÍTICA DE ALIANZAS.
II.1. Los países del Eje.
Se trataba de Alemanía, Italia y Japón. Tenían en común que no aceptaban los tratados de paz de la I Guerra Mundial, que sus economías habían sido muy dañadas por la crisis de 1929 (aunque habían conseguido recuperarse por sus propios medios), que tenían regímenes dictatoriales y presumían de un anticomunismo feroz. Sus intereses, además, no chocaban entre sí: Alemania tenía su mirada puesta en Europa central y oriental, Italia en el Mediterráneo y Japón en China y el Pacífico.
II.2. Los aliados.
Los países que se aliarán contra el eje en la II Guerra Mundial estaban menos cohesionados, y sólo les unía el temor al expansionismo alemán, aunque lo interpretaban de distinta manera: para Francia y Gran Bretaña era un contrapeso al comunismo soviético, y para la URSS la guerra podría ofrecerle posiblidades para recuperar los territorios perdidos por el tratado de Brest-Litovsk (1917) y para extender internacionalmente la revolución comunista. Una vez que consideraron la guerra como algo inevitable, las potencias occidentales pretenderán desviarla hacia la URSS (quien fue excluida de la Conferencia de Munich de 1939 que consintió la expansión alemana hacia centroeuropa), mientras que los rusos harán lo propio tras firmar con Alemania en 1939 un tratado de no agresión. Por último, los Estados Unidos se mantenían al margen de la problemática, si bien eran más afines políticamente a Francia y al Reino Unido.
De forma esquemática, los principales episodios de la II Guerra Mundial se sucedieron de la siguiente forma:
IV.1. Las conferencias de paz y el nuevo mapa de Europa
Los grandes vencedores de la guerra fueron Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña, aunque serán los dos primeros los que protagonicen el nuevo panorama internacional. Las conferencias tripartitas que celebraron en Yalta (Roosevelt-Stalin-Churchill) y Postdam (Truman-Stalin-Atlee) supusieron el anuncio de un final de la guerra en la que no habría concesiones para los vencidos (Alemania y Japón). Nunca se firmó un tratado de paz, sólo se aceptó su rendición incondicional. El nuevo mapa internacional quedaría de la siguiente forma:
IV.2. El declive europeo y la hegemonía de EE UU y la URSS
La decadencia europea no es sino el lógico resultado de la guerra: en torno a 40 millones de muertos, 20 millones de desplazados, millones de europeos pertenecientes a etnias diferentes masacrados en los campos de concetración, ruina material y económica por doquier. El viejo contienente sólo podrá salir adelante gracias a la ayuda económica de EE UU (Plan Marshall) y de la URSS en sus zonas de influencia respectivas.
El predominio estadounidense es incontestable. Es la primera potencia económica mundial y mantiene un equilibrio militar con la URSS. Sustituye al Reino Unido en el papel de policía de la política internacional, convirtiéndose en el líder del mundo capitalista. La dependencia que adquiere Europa Occidental con respecto a los americanos será completa y duradera, puesto que necesita de sus créditos para la reconstrucción económica y de su poderío político y militar para alejar la amenaza comunista.
Dicho predominio tiene su contrapeso en la URSS, la otra superpotencia mundial, árbitro de la mitad oriental de Europa (cuyos países han ido estableciendo regímenes comunistas afines al soviético) y, en general, del movimiento revolucionario socialista internacional. Ha aumentado su extensión territorial y compite con EE UU en poderío militar.
El distanciamiento entre los grandes vencedores se hace evidente tras el final de la guerra. Sus intereses no sólo son diferentes, sino enfrentados.
IV.3. La organización de la paz. La creación de la Organización de las Naciones Unidas.
El fracaso de la Sociedad de Naciones, incapaz de evitar la guerra, hizo necesaria la creación de un nuevo organismo que asumiera el arbitraje de la paz y sentara las bases de un nuevo diálogo internacional que impidiese el estallido de un nuevo conflicto mundial. La carta fundacional de la ONU, del 26 de junio de 1945, declaraba que los principales objetivos eran:
Todos los países que se comprometieran a respetar la Carta podían ser miembros de la ONU, en cuya sede neoyorkina se organizaría la Asamblea General (donde están representados todos los países miembros), el Consejo de Seguridad (formado por cinco miembros permanentes -EE UU, URSS, Reino Unido, Francia y China- con derecho a veto, más otros diez rotatorios) y el Secretariado General. Progresivamente se irán formado organismos dependientes de la ONU: la UNESCO (educación e infancia), la OIT (trabajo), la OMS (salud), el Tribunal Internacional de la Haya (derechos humanos), etc.
Con dicha estructura, y de acuerdo con el nuevo orden internacional, la ONU sólo funcionaba (y funciona) eficazmente cuando las dos superpotencias están de acuerdo. Sucede lo contrario cuando se da un conflicto en el que alguna de ellas está inmerso, directa o indirectamente. El derecho al veto de alguno de los miembros que lo tienen paraliza la mayoría de las veces las buenas intenciones del organismo, y las enormes dependencias y servidumbres creadas impiden al resto de los miembros votar con entera libertad en el Consejo y en la Asamblea. A veces, incluso, sus resoluciones no tienen ningún valor cuando a los americanos no les gustan (por ejemplo, la ocupación de Palestina por Israel o la invasión de Iraq en 2003).
Estados Unidos y Unión soviética, las grandes vencedoras de la Guerra, fueron, entre 1945 y 1991, las dos superpotencias. Pero sus diferencias comenzaron a exponerse muy poco tiempo después de la paz. Ambas han polarizado el destino de los demás países, estableciéndose entre aquellas una pugna por asegurarse zonas de influencia económica, militar y política. Representaron dos modelos distintos, y por tanto dos formas de entender el mundo, que han querido imponerse la una sobre la otra: los americanos representaron el capitalismo y, teóricamente, la democracia; los soviéticos, el comunismo. No creamos, sin embargo, que el primero ha luchado siempre por las libertades en el mundo, ni el segundo por la liberación de los pueblos contra la opresión. Por lo que realmente han luchado es por conseguir países adictos y sumisos a sus políticas. Han luchado por la hegemonía, sin importarles apoyar, siempre que les conviniese, a dictadores impresentables, a golpistas snaguinarios, a guerrillas o quien les garantizase su favor.
La paz se ha visto, así, continuamente amenazada, pero, quizás gracias al equilibrio establecido entre los bloques que cada superpotencia ha conseguido crear en torno suyo, nunca ha estallado la guerra, al menos directamente entre ellos. Se trató de un equilibrio basado en el potencial militar, que es disuasorio y estabilizador: ya que ni los EE UU ni la URSS han estado completamente seguros de que podían vencer, han preferido rehuir el enfrentamiento directo y hostigarse mediante terceros países.
No acaban en esos listados los países "amigos" de cada superpotencia. Con otros de distintas latitudes firmarán acuerdos políticos, económicos y de defensa, casi siempre encaminados a poder establecer en ellos bases militares: así, por ejemplo, tenemos la alianza entre URSS y Cuba, o entre EE UU y España. Una vez ingresados en el club, los cabecillas no les consentirán ninguna veleidad hacia el enemigo: de esta forma, las presiones americanas "invitaron" a Italia o Francia a no permitir que los comunistas entrasen en sus gobiernos, y al general chileno Pinochet le organizaron el golpe de estado que acabó con el presidente socialista Allende en 1973; en el otro lado, la URSS aplastó sin dudar los movimientos populares habidos en Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1969 (la Primavera de Praga), que reclamaban mayores libertades.
Llamamos Guerra fría al ambiente de tensión prebélico existente en el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial entre EE UU y la URSS, que no llegó a desembocar en un enfrentamiento directo, sino en multitud de pequeñas y no tan pequeñas guerras en las que participaban países de su entorno. Realmente, como ya se apuntó antes, no fue tanto un enfrentamiento ideológico entre capitalismo y comunismo como una carrera por la dominación mundial, en la que aprovechaban momentos y lugares críticos, como la descolonización del Tercer Mundo, para echar sus redes y pescar adictos. Teóricamente, sin embargo, entraban en conflicto la "doctrina Truman" (el presidente norteamericano de la posguerra) que pretendía liberar a los pueblos del comunismo bajo la consigna de paz y democracia, y la política de Stalin de que la paz se conseguiría luchando contra el imperialismo encarnado en los EE UU y contra la opresión de los pueblos a causa del capitalismo.
Para imponer sus criterios, las superpotencias inician una auténtica carrera de armamentos que tenía, para cada una, un carácter inicialmente defensivo: contrarrestar la hipotética superioridad militar del enemigo. En ella será baza fundamental la industria del armamento, verdadero negocio económico y político, puesto que sus mentores arrastrarán a esa carrera a los países aliados, estableciéndose a la vez una nueva dependencia a través del mercado de las armas. Pero tanto como la capacidad productiva, interesaba la equiparación tecnológica, puesto que las armas son cada vez más un prodigio de la ciencia: no sólo las armas convencionales, remozadas y perfeccionadas, que seguirán siendo los instrumentos de guerra básicos, sino sobre todo los satélites espaciales (para misiones de espionaje y planificación), las armas químicas y el equipamiento nuclear. Este último demostró su terrorífico poder de destrucción en Hiroshima y Nagasaki. Desde entonces su producción se multiplicó y diversificó (bombas, misiles, submarinos, etc.), pero no se volvió a utilizar; en tal sentido, ha tenido una capacidad meramente disuasoria (meter miedo). Curiosamente, fueron fabricados para aniquilar, pero al final, ante el temor cierto a las consecuencias irreversibles que tendría su uso en toda la tierra, sirvieron para firmar los primeros acuerdos de desarme.
Los conflictos internacionales donde se vieron implicados los bloques fueron, fundamentalmente:
VII. LA COEXISTENCIA PACÍFICA Y EL DESHIELO RUSO-NORTEAMERICANO
A la muerte de Stalin en 1953, el nuevo gobierno del Nikita Kruschev propició un giro en la política interior y exterior de la URSS. En lo primero, la desestalinización pretendía abrir un tímido camino hacia la liberalización económica y política, aunque sin abandonar las líneas marcadas por la planificación y el régimen de partido único. En lo segundo, se apostaba por la flexibilidad y el diálogo con EE UU mediante la fluidez de las relaciones diplomáticas. El lema de esta política será la coexistencia pacífica: mantener la situación actual de reparto del mundo entre las superpotencias, esto es, consolidar la situación de hegemonía compartida, sin recurrir a la guerra. Kruschev pretendía, así, relajar las tensiones y reducir el enorme gasto militar al que había llevado la carrera de armamentos para aplicarlo en medidas de crecimiento económico con la idea de poder igualarse en este terreno, en un futuro próximo, con Estados Unidos. En 1959, el presidente soviético visitaba EE UU y se reunía con su homólogo Eisenhower en Camp David, firmándose acuerdos que, si bien no tuvieron un gran alcance, al menos sirvieron para establecer un clima de mayor confianza y cooperación entre los dos bloques, base de los futuros acuerdos de desarme: el de limitación de pruebas nucleares (1964) y las conversaciones SALT para una reducción de los armamentos en la década de los años 70.
Aunque las tensiones internacionales disminuyeron desde que ambas superpotencias renunciaron a enfrentarse directamente, ni la carrera de armamentos ni los conflictos localizados en diversas partes del planeta desaparecieron.
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IES Alba Plata (F. Cantos) Dpto. Geografía e Historia Felipe Lorenzana de la Puente TEMA V.2. PROCESOS DE URBANIZACIÓN Y SISTEMAS DE CIUDADES |
I. EL MUNDO RURAL.
Desde un punto de vista demográfico, se consideran núcleos rurales las poblaciones con menos de 10.000 habitantes, sin bien es cierto que este criterio es discutible, por cuanto existen núcleos con claros matices rurales por encima de esa cifra, y otros con funciones urbanas que están por debajo. El Estado, por su parte, diferencia entre núcleos rurales (menos de 2.000 habitantes), semiurbanos (entre 2.000 y 10.000) y urbanos (más de 10.000). También es discutible hoy día sostener que son núcleos rurales aquellos en los que predomina el sector primario, puesto que la terciarización de la economía está llegando también a los pueblos, y en muchos de ellos es el sector terciario el que más empleo genera.
En el mundo rural tenemos que diferenciar entre poblamiento (los núcleos) y el hábitat (las viviendas). Dentro del primero existen dos tipologías: el poblamiento disperso y el concentrado.
El poblamiento disperso, en el que la casa está rodeada de explotaciones agrícolas, es frecuente en Galicia y otras comunidades del norte, donde el relieve accidentado y el predominio del minifundio favorecen este tipo de organización urbanística. Podemos hablar de una dispersión absoluta (no existen construcciones agrupadas), dispersión reducida (existen pequeñas agrupaciones de casas, formando aldeas o parroquias) y dispersión intercalar (los servicios están agrupados -iglesia, ayuntamiento, escuela, mercado- y las viviendas dispersas). Este último es el más frecuente.
El poblamiento concentrado, en el que los servicios comunes y las viviendas están agrupados, independientes pues de las explotaciones agrarias, aunque esto no excluye que existan casas de campo, es el más común en la España interior, insular y en el litoral mediterráneo. Ha experimentado ciertos cambios en la segunda mitad del siglo XX. Así, en la España interior se ha reducido la población rural y el tamaño de los núcleos ha crecido poco, incrementándose las viviendas deshabitadas (en Castilla la Vieja y Aragón, incluso, se han deshabitado pueblos enteros, especialmente los peor comunicados). Esta tendencia parece haber cambiado últimamente con la detención de la emigración, el impuso a la industria endógena (la que utiliza los recursos del entorno) y al turismo rural. En el litoral, sin embargo, el turismo y la moda de la segunda residencia, han beneficiado su crecimiento en forma de nuevas viviendas y espacios dedicados al ocio. Por último, los núcleos rurales cercanos a las ciudades más dinámicas también están creciendo por el trasvase de población urbana, que busca viviendas más económicas y un entorno menos congestionado.
El hábitat rural está constituido por las viviendas y sus dependencias. El hábitat tradicional utiliza para la construcción los materiales del entorno: la piedra (habitual en el norte y las zonas de montaña), la madera (característica en los caseríos del País Vasco y en ciertas zonas castellanas) y el barro, bien como adobe, tapial o ladrillo, típicos de la Meseta y Andalucía. Si bien existe hoy cierta preocupación por mantener el uso de estos materiales tradicionales, para que los pueblos no pierdan su tipismo y originalidad, lo cierto es que cada vez existen menos diferencias en la forma de construir entre el mundo rural y el urbano. Por razones de economía y practicidad, los nuevos materiales (el hormigón armado, las cerámicas -las típicas baldosas-, los metales, las tejas planas, etc.) se imponen por todo el país, a veces creando efectos espantosos en el conjunto: los tejados de uralita, las puertas metálicas, etc.
También el plano de la casa se va adaptando poco a poco a un modelo único, exclusivamente concebido para dar comodidades a la familia. Antes, la necesidad de acoger en casa la producción agrícola o ganadera imponía la necesidad de construir establos, graneros, almacenes, bodegas, pajares, etc. Por lo general, las viviendas de las poblaciones agrícolas crecían en anchura (por la necesidad de más espacios) y las de las poblaciones ganaderas en altura (abajo los bichos, arriba las personas).
II.1. ¿Qué es una ciudad?. Existen distintos criterios para definirla:
II.2. El proceso de urbanización.
Se llama así al fenómeno que ha desembocado en el predominio de lo urbano sobre lo rural, mediante la concentración de los habitantes, de las funciones, de los servicios y de las actividades económicas en las ciudades. Todo esto se ha desarrollado en tres fases:
A. LA URBANIZACIÓN PREINDUSTRIAL: Es la etapa que va desde el nacimiento de las ciudades en la Antigüedad hasta el inicio de la industrialización, bien entrado ya el siglo XIX. La población urbana era aún muy inferior a la rural (sólo el 10 %) y las ciudades eran, en comparación con las actuales, pequeñas, puesto que sólo una minoría superaba los 10.000 habitantes. Varios eran los criterios para levantar y hacer crecer una ciudad: concentrar los recursos económicos (sobre todo el comercio), controlar el territorio, o bien organizarlo desde el punto de vista político, religioso y administrativo. Los fenicios y griegos fueron los primeros visitantes de la península que fundaron ciudades (aunque sólo en el litoral mediterráneo), mientras que los romanos extendieron la urbanización a todo el territorio, comunicaron a las ciudades entre sí mediante una tupida red de calzadas y las dotaron de servicios e instalaciones administrativos (gobiernos regionales), militares (murallas, alcazabas) y sociales (aljibes, acueductos, teatros, etc.). Casi todas las actuales ciudades españolas provienen de la etapa romana. La crisis del Bajo Imperio en el siglo IV y las posteriores invasiones germánicas (siglos V y VI) condujeron a una desurbanización y una vuelta a la vida campestre. Los musulmanes revitalizaron algunas de las ciudades romanas, que casi se echan a perder al pasar, con el correr de los siglos, al dominio cristiano. Como sucede en toda Europa, desde el siglo XIII la reactivación económica (más monedas, más comercio) benefició a las ciudades, que experimentaron un crecimiento continuado hasta el siglo XIX, sólo interrumpido por la crisis bajomedieval (siglo XIV) y la declinación española en el siglo XVII.
B. LA URBANIZACIÓN INDUSTRIAL (mediados siglo XIX-1975). Durante esta etapa, la urbanización experimentó un gran desarrollo: el crecimiento demográfico general, el impulso recibido por ser capitales de las provincias aparecidas en 1833, la lenta pero constante instalación en ellas de industrias, el éxodo rural y la mejora de las comunicaciones fueron convirtiendo a las ciudades en las verdaderas protagonistas de la modernización de España. Por vez primera en la historia, la población urbana superaba a la población rural a la altura de 1950, diferencia que se incrementará en los años 60 coincidiendo con el desarrollismo, el baby boom y el turismo.
C. LA URBANIZACIÓN POSTINDUSTRIAL: Desde 1975, la crisis industrial primero, la paralización del éxodo rural después y la ralentización del crecimiento demográfico, por último, han abierto un nuevo panorama. España se halla ahora en una fase de menor crecimiento urbano, y dentro de pocos años pasaremos casi con seguridad a una etapa de desurbanización, puesto que la población tiende a instalarse en el extrarradio y en el entorno rural de las grandes ciudades. Algunas ya han comenzado a perder habitantes. Las chimeneas de las industrias ya no son las protagonistas de las ciudades, sino los edificios de oficinas. Es decir, que mientras la actividad industrial ha perdido peso y busca nuevos espacios y menos congestionados para instalarse, el sector terciario va ganando importancia como factor de urbanización, especialmente en Madrid, Barcelona, las áreas turísticas y en zonas del sur como Extremadura y Andalucía (donde el terciario es prácticamente la única actividad económica en las ciudades).
La morfología es el aspecto externo de la ciudad, y la estructura su división en áreas que tienen una forma y funciones características.
La morfología depende del emplazamiento, el espacio donde se asienta la ciudad, el cual está directamente influido por la topografía y por la función dada a la ciudad. De esta forma, las ciudades militares se asientan sobre colinas y tienen una morfología muy irregular, mientras que las comerciales buscan el contacto con las vías de comunicación y presentan una forma más alargada. También depende la morfología de la situación geográfica, esto es, la necesidad de adaptarse a los accidentes del entorno: ríos, montañas, caminos, etc.
La morfología se puede estudiar desde tres niveles:
Por su parte, la estructura urbana permite diferenciar con más o menos nitidez tres partes:
1- El casco antiguo: es la parte original de la ciudad, la más antigua, la que alberga sus señas de identidad y su conjunto histórico y artístico. Sobre un plano se distingue por su posición céntrica, su trazado irregular, la construcción compacta en pequeñas manzanas, la presencia de murallas rodeándolo, o bien de una avenida circunvalatoria en su lugar. Los usos del suelo no estaban siempre diferenciados, por lo que en el mismo espacio urbano convivían artesanos, comerciantes y familias, si bien también podían existir barrios concretos para artesanos y otros para la población marginada (morerías, juderías, etc.). Cada civilización, o cada etapa de la historia, ha podido ir dejando su huella en el casco antiguo. Así, los romanos construían según un plano más o menos regular en el que destacan dos vías, una de trazado norte-sur (el cardo) y otra de trazado este-oeste (decumanus), encontrándose en una plaza central o foro (Mérida, León, Zaragoza, Tarragona, etc.). Por su parte, los musulmanes disponían la ciudad, siempre amurallada, en torno a una plaza o medina donde se hallaban la mezquita y el zoco (mercado), siendo el trazado de las calles extraordinariamente irregular. También las ciudades cristianas medievales eran muy irregulares y rodeadas por murallas. Es en el Renacimiento cuando surgen barrios más regulares al otro lado de la muralla y se abren espacios amplios para las plazas y se construyen edificios públicos (casas consistoriales -ayuntamientos-, catedrales, iglesias) y privados (palacios, conventos) de gran prestancia.
En el siglo XIX se producen varios fenómenos que alteran el casco antiguo. La desamortización liberó muchos de los amplios edificios eclesiásticos, siendo utilizados ahora para fines civiles (centros administrativos, museos, hospitales, etc.) o simplemente para abrir nuevas calles y plazas. La industria y el consiguiente aumento de la población hicieron que se superaran definitivamente los límites del casco antiguo y se abrieran grandes vías donde se instalaron las actividades comerciales, los parques y los lugares de ocio. De esta forma, el casco antiguo ha sido desplazado como centro urbano en beneficio de estos nuevos espacios. Las construcciones proliferan y se verticalizan. Los grupos sociales comienzan a ocupar diferenciadamente las distintas áreas de la ciudad: la burguesía se instala en el centro y los trabajadores en la periferia. Los negocios, que alteran los edificios para adaptarlos a sus necesidades, y los elevados costes para mantener las edificaciones más antiguas, provocan posteriormente, y sobre todo cuando las clases más adineradas se trasladen a los nuevos ensanches, el abandono y el deterioro de esta parte de la ciudad. Aunque en muchas de ellas ha permanecido en el casco antiguo buena parte de la actividad comercial, la saturación de coches y personas y la contaminación han añadido nuevos motivos de preocupación. El escaso interés que hasta hace bien poco han demostrado las autoridades hacia el patrimonio histórico ha hecho que desaparezcan o se alteren irremediablemente edificios muy representativos. En muchas ciudades, como Badajoz, el casco histórico está prácticamente irreconocible; en otras, como en Cáceres, su menor uso y su aislamiento le han salvado de la destrucción.
En la época postindustrial, desde 1975, se inician políticas de rehabilitación en aquellos cascos históricos que se han salvado de la barbarie total con el objetivo de conservarlos y también revitalizarlos. Se han peatonalizado muchas calles para evitar el tráfico y los daños que éste causa, se conceden ayudas para la rehabilitación de los edificios privados y se le dan nuevos usos culturales o comerciales a los edificios históricos para así garantizar su pervivencia.
2- EL ENSANCHE URBANO: Surgen los ensanches a mediados del siglo XIX ante la necesidad de acoger a la creciente población de las ciudades. El primer y desgraciado efecto fue el derribo de las murallas, ya inútiles ante la guerra moderna, y el segundo la aparición de planos regulares en cuadrícula, con calles más anchas que en el casco antiguo. Podemos diferenciar dos ensanches, el burgués y el industrial. El primero intentaba dar respuesta a los ideales burgueses: orden (calles rectas y anchas), higiene (se construyen las primeras redes de alcantarillado y se pavimentan las vías), calidad de vida (zonas verdes, de ocio, de paseo) y beneficio (comercios, construcción de viviendas caras); los primeros ensanches surgen en Barcelona, ideados por Ildefonso Cerdá, y en Madrid, de Carlos María de Castro. Con el tiempo, la especulación y los intereses empresariales hicieron que la superficie edificable aumentara tanto en altura como en anchura, cargándose el interior de las manzanas, ideados como espacios libres, así como las zonas verdes, ideadas para disfrute del público. Otras concepciones del ensanche urbano participaron, en el siglo XIX, de las ideas naturalistas e higienistas de la época, que valoraban los efectos positivos de la naturaleza, el sol, el aire libre y, por tanto, el acercamiento del campo a la ciudad, o de la ciudad al campo. Se idean zonas residenciales algo más alejadas del centro donde las viviendas, unifamiliares, pudieran disponer de un entorno ajardinado, amplio y cómodo. Uno de los proyectos (parcialmente llevado a la práctica) más originales fue el de la Ciudad Lineal de Madrid, de Arturo Soria.
En claro contraste con el ensanche burgués, se levantaron en las ciudades más pobladas zonas industriales y barrios proletarios. Ambos se instalaron, evidentemente, en la entonces periferia, hoy ya totalmente integrada en la trama urbana. Las zonas industriales, cerca de las estaciones de ferrocarril y de las vías que accedían a la ciudad. Los barrios proletarios, cerca de aquellos, y siempre a una prudencial distancia del ensanche burgués, donde el precio de la vivienda era prohibitivo para los trabajadores. Fueron barrios marginales levantados a toda prisa, sin planificación urbana, por lo que la superficie construida es muy densa y el trazado irregular. Las viviendas eran pequeñas y de escasa calidad. El equipamiento urbano, los transportes y los servicios comerciales, muy deficitarios.
Actualmente, el ensanche industrial ha cambiado notoriamente. Las industrias no necesitan ya la cercanía del ferrocarril y se han trasladado a polígonos industriales, más alejados de la ciudad y más atractivos por el menor coste del suelo y la disposición de buenas comunicaciones. Las zonas que ocupaban están siendo reconvertidas en nuevos barrios de viviendas y de uso público, por ejemplo la villa olímpica de Barcelona. Por su parte, los barrios proletarios han sido incorporados plenamente a la ciudad; los más cercanos a ella han visto cómo se revalorizan y mejoraban en todos los aspectos. Otros, los peor conectados, continúan en situación de marginalidad y deterioro.
3- LA ACTUAL PERIFERIA URBANA: El rápido crecimiento que experimentaron las ciudades españolas a partir de 1960 se tradujo en una aceleración (casi siempre desordenada) de la urbanización, dando lugar a la creación de grandes periferias a lo largo de las principales vías de comunicación que conducían a las ciudades. Sin embargo, hoy día la periferia no es exactamente un barrio marginal de viviendas baratas, puesto que su morfología, los grupos sociales que las habitan y los usos del suelo son muy diversos. Por lo general, encontramos en ellas:
Surgen cuando las ciudades crecen y se unen a otras ciudades o núcleos rurales. Hay distintos tipos:
Podemos clasificarlos de la siguiente manera:
Un sistema es un conjunto de elementos relacionados entre sí; el sistema de ciudades se compone de elementos (las ciudades) y las relaciones que se establecen entre ellas, los cuales vienen dados por su tamaño, sus funciones, su capacidad de influir en el territorio.
En cuanto al tamaño, destacan en primer lugar Madrid y Barcelona, los únicos municipios españoles que superan el millón de habitantes (sus áreas metropolitanas superan ampliamente los 3 millones), desde las cuales se produce un brusco salto hasta la tercera ciudad, Valencia, con algo más de 700.000 habitantes, aunque su área metropolitana eleva la población hasta cerca del millón y medio. Por encima del medio millón tenemos las áreas de Sevilla, Málaga, Bilbao y Zaragoza. La octava aglomeración urbana, Palma de Mallorca, no llega a los 400.000 habitantes.
Como es fácil de comprobar, en España las grandes zonas urbanas se disponen en la periferia, que rodean un interior poco urbanizado, aunque en su centro se halla la mayor aglomeración, Madrid. Forman, así, 4 ejes:
La mayor aglomeración, Madrid, se halla, pues, en el centro de un espacio interior poco urbanizado, y alejada de los principales ejes urbanos.
En cuanto a las funciones de las ciudades españolas, se trata de definir las actividades socioeconómicas que desempeñan en su interior, pero que se extienden hacia el territorio circundante. De acuerdo a este criterio, podemos distinguir entre ciudades primarias (dependientes aún en buena parte del sector primario -agrícola y minero-, como son las ciudades andaluzas, manchegas, extremeñas, murcianas, levantinas y asturianas), secundarias (que tienen un sector industrial y de la construcción potente, como es el caso de las ciudades vascas, catalanas, asturianas y aquellas del mediterráneo e insulares donde el turismo anima sobremanera la construcción), y terciarias (especializadas en los servicios, ya comerciales, administrativos, culturales, militares, sanitarios, religiosos, turísticos, etc.). Algunos ejemplos de estas últimas son:
El área de influencia urbana, esto es, la capacidad de una ciudad para organizar e influir constantemente en el territorio, es la principal característica y función que tiene una ciudad. El área será mayor cuanto más diversas y especializadas sean las funciones urbanas. De acuerdo con el modelo del geógrafo alemán Christaller, establecido en 1933, que distribuía a las ciudades en un espacio teórico hexagonal de acuerdo a su capacidad de irradiación exterior de cada una, Madrid sería el lugar central principal, cuya influencia se extiende a toda España; en la periferia se sitúan los núcleos que le siguen en influencia: Barcelona, Valencia, Sevilla, A Coruña y Bilbao, cuya influencia es interregional y, en algunos servicios, también nacional; a una distancia intermedia se hallan las ciudades de rango medio, como Zaragoza, Burgos, Granada, Murcia, con capacidad de influencia regional, y por último los núcleos de influencia comarcal (Zafra, Llerena, etc.)
Por último, la jerarquía urbana española, resultado de todas las clasificaciones anteriormente analizadas, puede establecerse a partir de las siguientes categorías:
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Felipe Lorenzana de la Puente
TEMA VI
ESPAÑA EN EL MUNDO
I. La integración en un sistema económico planetario.
Asistimos en los últimos años a la mundialización de la economía, o globalización, una integración del comercio de cada país en una escala planetaria que reduce los poderes de los estados y adjudica a los organismos internacionales amplias facultades decisorias. Hoy día, un país es tanto más atractivo para invertir en él cuanta mayor sea su implicación en la economía mundial. Las instituciones que han promovido en mayor medida esta situación son las siguientes:
I.1. LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU).
Creada en 1945 al finalizar la II Guerra Mundial, se halla en continua expansión y renovación, contando en la actualidad con 184 países miembros. Nació con el objetivo de garantizar la seguridad internacional, y hoy se preocupa también por hacer posible la integración y desarrollo del Tercer Mundo, el respeto a la democracia y a los derechos humanos, el desarrollo sostenible, etc. Cuenta para ello con organismos como la UNESCO (promoción de la educación y la infancia), la OIT (el trabajo), la OMS (la salud) o el Tribunal Internacional de La Haya para procesar a los criminales de guerra. Los cascos azules son el ejército de la ONU, cuyos soldados aportan los países miembros y son desplegados en las zonas de conflicto para evitar que se zurren los contendientes. Actualmente son dos los problemas con los que cuenta la organización: la necesaria renovación del Consejo de Seguridad, formado por 15 países de los cuales 5 son fijos y tienen el derecho de veto (EE UU, Rusia, Francia, China y Gran Bretaña), por lo que pueden paralizar cualquier resolución que no les convenga, y la financiación para poder hacer frente a sus ambiciosos objetivos.
I.2. LA ORGANIZACIÓN PARA LA COOPERACIÓN Y EL DESARROLLO ECONÓMICO (OCDE).
Se integran en ella los países europeos, EE UU y Canadá. Tiene su origen en los años posteriores a la II Guerra Mundial y fue la encargada en principio de poner en marcha el Plan Marshall de reconstrucción de Europa, financiado por EE UU. Sus objetivos actuales son la promoción del desarrollo económico, el aumento del comercio mundial y la ayuda a los países menos desarrollados.
I.3. LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (OMC).
También en la posguerra se pusieron en marcha organizaciones cuyos objetivos eran regular las actividades económicas internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), encargado de compatibilizar (hacer convertibles) las monedas nacionales, o el Banco Mundial como organización de crédito para los países menos desarrollados. En los años 50 nace el GATT (General Agreement of Trade and Taxes, Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles), cuya misión era llegar a un acuerdo entre los países firmantes para reducir los aranceles. Este acuerdo fue sustituido en 1995 por la OMC, cuya tarea es supervisar los acuerdos comerciales firmados.
I.4. LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS (OEA).
Es el organismo básico de colaboración entre los países de esta área del mundo, capital para los intereses de España. Es una especie de réplica de la ONU, y en su seno se debaten las soluciones a los conflictos que surgen entre los países del continente, aunque el papel de mando que ostenta aquí EE UU es tan decisivo que esta organización tiene serias limitaciones para funcionar bien.
I.5. LA ORGANIZACIÓN PARA LA UNIDAD AFRICANA (OUA).
Es un organismo de características similares al anterior: foro de debate y cooperación política y económica entre los países del continente más castigado del planeta.
II. LOS GRANDES EJES MUNDIALES. LA UNIÓN EUROPEA.
Existen hoy organizaciones que son más de carácter regional que mundial; aglutinan naciones que por su ubicación geográfica, política o económica, tienen muchas cosas en común y han decidido establecer lazos de integración política, social y económica (en unos casos más fuertes que en otros) para logran un desarrollo armónico y acrecentar su papel en el concierto planetario. Así, por ejemplo, en el ámbito latinoamericano hallamos el Mercado Común Centroamericano (MCCA), el Mercado Común del Caribe (CARICOM), el Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y EE UU (TCL, o NAFTA) y MERCOSUR, mercado común de Argentina, Uruguay y Brasil. Entre los países del entorno árabe funciona la Liga Árabe, fundada en El Cairo en 1945, aunque muy dividida en su interior y enfrentada permanentemente a Israel, y por tanto a EE UU. Por último, en Asia destaca la ASEAN, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.
En definitiva, estas organizaciones surgieron para integrar sus economías y competir con mayores expectativas en un mercado cada vez más global. En los últimos tiempos han acrecentado sus funciones, lo que significa que los países miembros han tenido que renunciar a parte de su soberanía. Para ello han seguido el modelo de la Unión Europea, que es en la actualidad la organización supranacional más conseguida.
Los orígenes de la UE se hallan en la creación de la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) en 1952, formada por Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, Bélgica y Holanda, quienes ratificaron y ampliaron notablemente sus acuerdos de libre comercio con el Tratado de Roma de 1957, año en que nace formalmente la Comunidad Económica Europea. La llamada Europa de los Seis experimentó un crecimiento económico sin precedentes en los años 50 y 60, gracias entre otras cosas al desarme arancelario y a la adopción de políticas unificadas, lo que la hizo atractiva para otros países. Así, en 1973 se incorporan el Reino Unido, Irlanda y Dinamarca; en 1981 Grecia; en 1986 España y Portugal; en 1995 Austria, Suecia y Finlandia. En 2004 se han incorporado varios países del este de Europa: Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia, Chipre, Lituania, Letonia y Estonia. Entre sus señas de identidad, la UE tiene su bandera (azul, con 25 estrellas amarillas, una por cada país miembro) y su himno (adaptado del último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven).
Las instituciones europeas son:
Han sido muchos los tratados firmados por los países de la Unión Europea desde su fundación, por lo que vamos a referirnos únicamente a los últimos. Se puede decir que se ha superado ya el objetivo inicial, que era hacer un mercado único, y se está avanzando hacia una integración política y social. El Tratado de Maastrich (1991), además de completar la supresión de las aduanas y de programar la introducción del euro como moneda única (comenzó a circular en enero de 2002), estableció una política exterior y de seguridad común y la cooperación en materias de justicia e inmigración. El Tratado de Amsterdam (1997) eliminó los últimos obstáculos para la libre circulación de mercancías, capitales y trabajadores y aprobó la Agenda 2000, que preveía una reforma de las instituciones y la ampliación de la Unión hacia los países del Este. En 2004, y tras largos debates, se aprobó la Constitución Europea, donde se regulan de forma definitiva las funciones de las instituciones europeas y se explicitan los derechos de los ciudadanos
En dicho marco se desarrollan proyectos para construir la llamada Europa de los Ciudadanos. El objetivo principal es consagrar la igualdad de derechos entre todas las personas, y que puedan ejercerlos en cualquier país de la Unión, prohibiéndose, así, cualquier tipo de discriminación relacionada con la nacionalidad, estableciendo la libre circulación de trabajadores y garantizándose el funcionamiento democrático de las instituciones europeas.
De especial interés para España y para Extremadura es la Política Regional. Ya se ha citado en temas anteriores que es objetivo prioritario de la Unión reducir las diferencias (económicas, de infraestructuras, etc.) entre las regiones, y de hecho más de un tercio del presupuesto comunitario se dedica hoy a políticas de apoyo a las zonas desfavorecidas: se trata de los Fondos Estructurales o Fondos de Cohesión, dentro de los cuales destaca el Fondo Europeo para el Desarrollo Regional (FEDER), el Fondo Social Europeo (FSE) y el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA). Sus prioridades son las siguientes:
III. Conflictos y desigualdades. LA UE Y ESPAÑA ante las relaciones norte-sur.
en los últimos decenios, y sobre todo a partir de la descolonización y el nacimiento del Tercer Mundo, se ha consagrado la división planetaria Norte-Sur. El Norte se compone, en términos muy generales, de países desarrollados que conocieron las revoluciones industriales y fueron protagonistas de la colonización a partir del siglo XIX. El Sur, también en términos muy generales, lo ocupan países pobres, de tradición agrícola o depredatoria, cuya incorporación al mundo "avanzado" se produjo de forma traumática con el colonialismo, siendo sus recursos expoliados y entrando en una situación de dependencia económica (neocolonialismo) con las antiguas metrópolis una vez obtenida su independencia en la segunda mitad del siglo XX. Los problemas principales que tiene hoy planteados el Tercer Mundo son los siguientes:
Las relaciones Norte-Sur, la ayuda de los países ricos a los países pobres, de lo que tanto presumen los primeros, concentran grandes dosis de hipocresía. De hecho, la causa de la pobreza no es otra que la riqueza, lo fue en los tiempos del colonialismo (expolio de los recursos), se incrementó con la descolonización, causa de los problemas actuales (fronteras artificiosas, dependencia económica) y persiste hoy porque en una economía global no pueden competir los países que todavía no tienen unas estructuras mínimamente desarrolladas. Las ayudas son insuficientes a todas luces (¿no puede hacer más, por ejemplo, Estados Unidos, con 35.000 $ de PIB por habitante, por países como Mozambique, que sólo suma 80 $?), y sólo la actividad de las ONG consigue paliar a veces situaciones humanitarias de auténtica desesperación. Es una auténtica vergüenza que más de la mitad de la población del mundo tenga hoy problemas para alimentarse, mientras en el mundo rico se dilapidan los recursos y se regodean en su prosperidad.
El Banco Mundial fue el organismo creado en los 50 para financiar el desarrollo de los países pobres, pero éstos han de aceptar a rajatabla sus directrices para conseguir los créditos, directrices que a veces les vienen bien para ordenar su caótica política presupuestaria, pero otras veces significa sacrificar políticas de fomento al pago de los intereses. La Unión Europea, sin embargo, es una de las organizaciones más activas en el fomento del desarrollo del Tercer Mundo, aportando casi la mitad de los fondos disponibles (EE UU aporta otro 20%). No deja de ser, sin embargo, una ayuda interesada, puesto que los países pobres les siguen aportando materias primas y constituyen un mercado idóneo para sus productos (frecuentemente, las ayudas son para comprar tecnología y mercancías). Las zonas a las que van destinadas son las antiguas colonias europeas en Asia y sobre todo en África, y desde la incorporación de España a la UE también se atienden las necesidades de Latinoamérica. Las ayudas no sólo consisten en dinero o créditos, sino también en concesiones comerciales (supresión de aduanas de ciertos productos, etc.), asesoría para la planificación económica, inversiones en sanidad, educación y formación profesional, etc. En definitiva, las ayudas al sur privilegia las medidas encaminadas a alcanzar los cuatro principios que enuncia el Tratado de la Unión:
Entre 1963 y 1995 se han firmado 7 acuerdos con 70 países de África, Asia y el Caribe, mediante los cuales el 99,5% de sus exportaciones a la Unión Europea están exentas de impuestos, al tiempo que se dedican varias decenas de miles de millones de euros a su desarrollo. América Latina ha sido una de las zonas más beneficiadas, puesto que gracias a los tratados ha incrementado notablemente su comercio con la UE, representando en la actualidad el 20% de todas sus transacciones.
En lo que se refiere a ayuda humanitaria, en 1992 se creo la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO), cuyos fondos se ponen en marcha de inmediato en situaciones de catástrofe natural y conflictos de diverso tipo, asistiendo a las víctimas sin distinciones de raza, religión o pensamiento con auxilios en especie (material médico, combustible, alimentos y otros productos de primera necesidad) o en forma de servicios (equipos humanos especializados en asistencia médica o farmacéutica, ingenieros y otros técnicos para la construcción de campamentos o para rehabilitar las infraestructuras). Sólo en los dos primeros años se atendieron a 2.400 operaciones de urgencia. Su labor es también coordinar el esfuerzo individual de los países miembros, de las organizaciones no gubernamentales y de las agencias de la ONU.
No es el gobierno español demasiado generoso en la ayuda permanente al Tercer Mundo. Los fondos invertidos en cooperación para el desarrollo en 1996 sólo representaban el 0,25% del PIB, lejos aún del 0,7 que reclaman varias plataformas humanitarias, y poco se han incrementado desde entonces. Sí son muy activas las ONG, cuyas actuaciones en todo el mundo, sobre todo en América Latina, van en aumento, gracias, a su vez, a la solidaridad del pueblo, cada vez más sensibilizado (más que el propio gobierno) en el tema de la ayuda a los más desfavorecidos.
IV. España y la configuración de un espacio iberoamericano.
Por razones históricas y culturales (un pasado común, una misma lengua), España ha mantenido tradicionalmente unas relaciones políticas privilegiadas con los países de América Latina, si bien las relaciones comerciales aún son escasas. Aquel papel le ha servido para actuar de mediador ante la UE y toda la comunidad internacional. Por ejemplo, en el caso de Cuba, España ha logrado que la UE no comparta con EE UU el embargo que le tiene declarado hace más de 40 años, por lo que las inversiones (sobre todo en turismo) han podido seguir llegando, y también se ha conseguido que toda Iberoamérica haya sido declarada socio preferente de la UE en intercambios comerciales.
Descendiendo al campo de las relaciones bilaterales, las empresas españolas han conseguido introducirse con fuerza durante la última década en países cono Argentina, Brasil, Chile, Perú, Colombia o México, especialmente Telefónica, Repsol, Iberia y varias entidades financieras. Actualmente, estos países concentran casi el 30% de todas las inversiones españolas en el extranjero. Un factor decisivo para este acercamiento económico, y también político, ha sido el claro avance que han experimentado los regímenes democráticos, primero en la Península y después en toda América, el fin de los conflictos bélicos, y la toma de conciencia de la identidad común: España refuerza su papel de semi-potencia (el término es mío) mundial gracias a su influencia en Latinoamérica, y los países de ésta pueden concurrir como una sola voz ante el mundo, lo cual facilita su desarrollo y les aleja de la marginación en el orden internacional.
En el ámbito político, España ha impulsado desde su nacimiento en 1957 la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), así como la celebración anual de las Cumbres de Jefes de Estado Iberoamericanos desde 1991. Los objetivos que tienen ambas instituciones, en las que están representadas España, Portugal y los países americanos de habla latina, son:
V. Perspectivas geoestratégicas de España en el mundo.
España tiene, o al menos debería tener, un peso importante en la esfera internacional, puesto que es país miembro de la UE y de la OTAN, tiene lazos privilegiados con Latinoamérica y con los países mediterráneos, está dentro de las 10 primeras potencias económicas, es el tercer destino turístico del mundo, ha mantenido tradicionalmente (también por razones históricas y culturales) buenas relaciones con el mundo árabe, su lengua es la tercera más hablada del planeta, y sólo la selección de fútbol es un desastre internacional. Por todo ello, este país está en inmejorables condiciones para cooperar, en todos los ámbitos, con otras naciones.
España pertenece a la ONU desde 1953, y cada vez es mayor su implicación en los programas de desarrollo y en la pacificación de zonas en conflicto. De esta manera, cascos azules españoles han estado y están desplegados en la antigua Yugoslavia. Como miembro de la OTAN también se ha tenido la desgracia de participar en operaciones de castigo contra Irak (1991) y Serbia (1992, etc.). También ha sido importante la mediación de España en el conflicto árabe-israelí, si bien la última actuación internacional fue la controvertida participación en la ocupación militar de Irak (2003-2004), por obra y gracia de las presiones estadounidenses y las ganas de agradar a Bush que tenía el pte. Aznar.
Es evidente que los espacios donde los intereses de España están más definidos son Europa, la ribera sur del Mediterráneo y Latinoamérica, a la que ya nos hemos referido antes. Por lo cual, si esta cuestión sale en Selectividad tienes que incluir el anterior apartado.
También hemos perfilado antes los intereses de España en la UE, donde tiene un papel más destacado que el que le correspondería por su población, número de votos en el Consejo de Ministros y número de escaños en el Parlamento Europeo. Esto sucede así por el frente común que suele hacer con otros países del Mediterráneo como Italia y Portugal, constituyendo uno de los principales grupos de presión. España es también la principal frontera del sur, siendo la puerta de acceso de los inmigrantes de África, y también de Iberoámerica, que se dirigen a Europa, lo cual es un problema de dimensiones humanas impresionantes. Por su situación geoestratégica, es igualmente importante su papel de cara al Magreb, de donde llegan buena parte de los suministros energéticos, los principales caladeros de pesca, además de otros problemas gordos como la susodicha inmigración y el terrorismo islámico.
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I.E.S. Alba Plata de Fuente de Cantos
Dpto. Geografía e Historia
2º Bachillerato: HISTORIA DE ESPAÑA
Felipe Lorenzana de la Puente
ANÁLISIS
El texto contiene los artículos más significativos de la Constitución, aquellos que tienen como propósito garantizar los valores citados en el preámbulo: justicia, libertad, seguridad, y felicidad ("proveer al bien de cuantos vivan en España"). Los tres primeros (2, 3 y 4) refieren a los derechos del individuo, en concreto al habeas corpus, conjunto de garantías que asisten a quienes son detenidos y que pretenden evitar los abusos de las fuerzas de seguridad; se defiende la inviolabilidad del individuo, dando preferencia a su libertad y su seguridad hasta tanto no se demuestre su culpabilidad en la comisión de un delito. El artículo 21 trata de la cuestión religiosa, en lo que tanto tiempo y tantos debates invirtieron las Cortes; se establece, por vez primera en una constitución española, la libertad de culto, pero a cambio el Estado sigue comprometiéndose a mantener a los eclesiásticos, cuyos recursos habían menguado desde la desamortización; fue una solución de compromiso que intentaba contentar tanto a los católicos como a los anticlericales. El artículo 26 establece, por vez primera en la historia, la libertad de movimientos de los españoles que deseen ir al extranjero. El artículo 32 establece, también por vez primera en una constitución, la soberanía nacional plena, no compartida con el rey. El artículo 33 establece la monarquía como modelo de organización del Estado, otra de las cuestiones polémicas durante el Sexenio, pues amplios sectores que apoyaron la revolución deseaban, tras la nefasta experiencia del reinado de Isabel II, la instauración de una república. Sin embargo, será una monarquía mucho más limitada que la anterior, puesto que no goza de la soberanía y únicamente detenta el poder ejecutivo (la facultad que se le reconoce de sancionar y promulgar las leyes es meramente un trámite). No se cita aún quién será el titular de la monarquía. Los artículos restantes consagran la división de poderes: el legislativo reside en las Cortes, que son la principal institución del país, pues en el preámbulo se dice que representan a la nación española, que es la titular de la soberanía; y el judicial en los tribunales.
COMENTARIO HISTÓRICO
a- Precedentes: La Carta Magna de 1869 es la sexta experiencia constitucional en la historia española, tras la Constitución de 1812 (de signo liberal progresista), el Estatuto Real de 1834 (muy conservador), la Constitución de 1837 (progresista), la de 1845 (moderada) y la de 1855 o non nata (progresista).
b- Contextualización: Como decíamos, la Constitución de 1869 pretendía consagrar los valores de la Revolución acaecida el año anterior e instaurar en España una verdadera democracia. Es de carácter progresista porque los diputados que la redactaron, al ser elegidos por sufragio universal, pertenecían mayoritariamente a las fuerzas políticas más abiertas a los cambios. En la calle, el ambiente era igualmente intenso. La revolución había mandado al baúl de los recuerdos a los moderados y dio una mayor participación y más libertades para expresarse a los ciudadanos. Esta fue la gran conquista de la revolución; durante los seis años que duró, el pueblo pudo vivir en primera persona la democracia, de ahí que se conozca esta etapa como la del Sexenio Democrático. La constitución resultante de este ambiente político fue también la más democrática de todas las que hubo en el siglo XIX, superándose por vez primera la constitución de Cádiz.
c- Consecuencias: Claro que, al igual que ésta, tampoco duró mucho. Una vez elegido rey Amadeo de Saboya, la aplicación de esta Constitución estuvo dificultada por los múltiples problemas internos habidos en España y por la inestabilidad política, que determinaron la abdicación del rey en 1873. La I República intentó elaborar una nueva constitución donde desapareciese la monarquía y se instaurase el federalismo. La restauración de la monarquía en 1875 en la persona de Alfonso XII tampoco aceptó esta constitución y optó por otra de tendencia mucho más conservadora.