Skip to main content

Tema II.2.- La organización terrritorial: Los desequilibrios territoriales.

TEMA II.2:LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL: LOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES

  

Profesor: Felipe Lorenzana de la Puente.

I. TIPOS DE RECURSOS.

Los recursos son los elementos disponibles necesarios para las actividades económicas. Se caracterizan por ser variados, limitados y estar desigualmente distribuidos, por lo que tienen una importancia decisiva en los desequilibrios territoriales que existen en España.

 I.1. RECURSOS NATURALES O CAPITAL REAL.

Nos referimos a los siguientes:

þ  Minerales: pueden ser metálicos (hierro, cobre), no metálicos (cloro, potasio) y de cantera (mármol, granito), y su destino es la transformación industrial y la construcción.

þ  Energéticos: de origen mineral o no renovables y agotables (petróleo, gas, carbón) o no minerales, renovables e inagotables (agua, sol, viento)

þ  Orgánicos: son los obtenidos de la agricultura, ganadería, pesca, caza, recolección y explotación forestal. Son recursos en sí mismos, de consumo directo, o bien materias primas para su transformación industrial.

þ  Turísticos: se trata de todo recurso natural que permite un aprovechamiento económico: playas, montes, nieves, paisajes naturales. El patrimonio monumental es también un recurso turístico, pero no un recurso natural.

Antiguamente, estos recursos eran los verdaderos indicadores de la riqueza de un país. A partir de ellos, y especialmente donde abundaban los recursos minerales, se inició el despegue industrial. Actualmente siguen siendo importantes, pero no decisivos para el desarrollo económico, puesto que la mejora de las comunicaciones permite su transporte hasta donde no existan (excepto los turísticos), aparte que, además de tenerlos, hay que disponer de capacidad para transformarlos y comercializarlos in situ. Si se exportan se pierden buena parte de la riqueza que generan.

I.2. RECURSOS FINANCIEROS.

Es el dinero necesario para explotar los recursos naturales y poner en funcionamiento todos los sectores productivos. Si no se dispone de recursos financieros, no se pueden extraer ni transformar in situ las riquezas naturales (otros vendrán que lo hagan), de ahí que haya países y regiones españolas que, aunque las tengan de sobra, sean pobres sin remedio ante la falta de inversión (Brasil, Extremadura), y otros que, no teniendo otra cosa que dinero, puedan adquirir todo lo necesario para su desarrollo (Madrid, Japón, etc.). En España, la falta de grandes capitales (es decir, la ausencia de una clase burguesa poderosa, excepto en Cataluña y Euskadi) impidió en su día tomar el tren de la revolución industrial a tiempo y posibilitó que empresas extranjeras se hicieran con el control de buena parte de la economía nacional.

Los recursos financieros pueden ser de origen privado o público. Se supone (y a veces es mucho suponer) que los segundos han de llegar donde no llegan los primeros: construcción de infraestructuras, posibilitar el desarrollo de regiones atrasadas, creación de consorcios públicos (INI, ahora SEPI), subvenciones a las nuevas empresas, etc.

I.3. RECURSOS HUMANOS:

Se trata de la mano de obra, y conviene distinguir entre:

þ  Cantidad: la abundancia de población facilita la contratación de mano de obra, la abarata, y ofrece a la vez un mercado cercano para la venta del producto.

þ  Calidad: la cualificación o formación profesional de la mano de obra de un lugar es cada vez más decisiva para la instalación de una empresa, puesto que éstas se renuevan continuamente desde el punto de vista tecnológico y necesitan gente preparada. Para ello existen los llamados parques tecnológicos en las regiones más desarrolladas, que ofrecen trabajadores cualificados, servicios empresariales especializados, espacio industrial e infraestructuras. España, sin embargo, sigue mostrando carencias importantes en la formación profesional y en la investigación.

þ  Los costes salariales: son una parte esencial de los costes de producción, por lo que los salarios moderados y bajos son un incentivo para la instalación de empresas que precisen de bastante mano de obra no cualificada, de ahí que muchas de ellas tengan ahora como destino preferente los países del Tercer Mundo, donde pagan cuatro perras, pueden contratar a menores en condiciones de semiesclavitud e imponen la normativa laboral a su gusto. Se trata del fenómeno conocido como deslocalización.

Los recursos financieros y humanos generan una riqueza conocida como valor añadido, que son los beneficios que produce una actividad económica al transformar y comercializar los recursos naturales, de ahí la importancia que supone poder hacerlo in situ y por empresas propias que reinviertan sus beneficios en la región. A nivel mundial, y también nacional, destacan aún los contrastes existentes entre las regiones que producen recursos naturales y las que los transforman, situación que genera flujos migratorios desde las zonas más pobres (aunque con recursos naturales) a las más ricas (que precisan de recursos humanos y disponen de recursos financieros).

I.4. RECURSOS ESPACIALES.

El emplazamiento territorial es importante porque, si es bueno, atrae las inversiones foráneas y permite un acceso rápido y cómodo a los mercados de materias primas y de consumo. Un buen emplazamiento es, por ejemplo, la cercanía a áreas desarrolladas (éstas invierten en su entorno, que puede ser atractivo por el menor coste de la mano de obra, los incentivos oficiales o la mayor tolerancia en la legislación medioambiental), y disponer de buenas redes de comunicaciones que aligeren y abaraten los transportes. En España, el valle del Ebro es, por todo ello, un ejemplo de buen emplazamiento para la empresa, y Extremadura lo contrario.

 II. LOS DESEQUILIBROS TERRITORIALES EN ESPAÑA.

Las diferencias entre las distintas regiones en cuanto a su desarrollo económico se relacionan, en primer lugar (es tanto causa como consecuencia), con la distribución de la población. A grandes rasgos, tenemos un interior despoblado y económicamente poco dinámico, que aún no ha conocido un proceso de industrialización completo, y una periferia poblada y dinámica gracias a la industria y el turismo. La crisis mundial de 1973 introdujo algunas variantes, pero no ha alterado totalmente el panorama. Vamos a clasificar a las regiones en tres grandes grupos:

II.1. REGIONES DE GRAN DINAMISMO ECONÓMICO.

þ  Eje del Ebro: La Rioja, Navarra y Zaragoza: Se beneficia en primer lugar de buenos recursos espaciales, al estar en el centro del cuadrilátero más desarrollado de España: Madrid/P. Vasco/Cataluña/Valencia, con infraestructuras modernas. Su estructura empresarial, al concentrarse en negocios muy diversificados de pequeño y  mediano tamaño de capital propio, y tecnificados, le libra en parte de las crisis generales. Otra ventaja es la capacidad para transformar in situ sus recursos orgánicos (vinos, etc.)

þ  Territorios insulares: el sector servicios, sobre todo el turismo, ha sido el motor de su desarrollo, aunque Baleares tiene cierto peso industrial y Canarias tiene una agricultura orientada al mercado (plátano, flores…). No obstante, la excesiva especialización de sus economías en un sector tan sujeto a fluctuaciones como el turismo, el sacrificio de los otros sectores productivos y el impacto medioambiental pueden tener consecuencias negativas en el futuro.

þ  Arco mediterráneo: Cataluña, Valencia y Murcia: Tienen economías diversificadas, con todos los sectores desarrollados: el Primario es muy competitivo, orientado a la exportación, y se sirve de la industria para la transformación de sus productos; industria que, además, tiene gran tradición y está sólidamente implantada; el sector Terciario  se centra en el turismo, el comercio y las comunicaciones. Entre los riesgos se halla el tamaño reducido de la empresa, la dependencia de capitales y tecnología foráneos, la necesidad de modernizar ciertos sectores industriales como el textil, calzado, cerámica, juguetes, etc., a los que la competencia de los países del Tercer Mundo (menores costes salariales) le está haciendo mucho daño, la presencia de actividades en declive (siderurgia, astilleros) y el deterioro medioambiental, que en el futuro puede hacer ahuyentar a un turismo cada vez más exigente.

þ  Madrid: Excepto recursos naturales, dispone de todos los demás: espaciales (centricidad, capitalidad, comunicaciones), humanos (abundancia de población y mano de obra cualificada) y financieros. El sector industrial se centra en la producción de bienes de consumo y de alta tecnología, y el sector servicios en la primera red comercial y bancaria del país.

II.2. REGIONES INDUSTRIALES EN RECONVERSIÓN.

Se trata de Asturias, Cantabria y el País Vasco, afectadas por la gran crisis industrial de los años 70 y 80. Fueron en su día polos de desarrollo gracias a sus riquezas minerales y energéticas, pero especializaron en exceso sus economías en sectores mineros (carbón, hierro) e industriales (siderurgia, química) que ya no son competitivos, han tenido que reconvertirse a la fuerza (o sea, cerrar o reducirse) y han dañado enormemente el medio ambiente (lo que evita su explotación turística). También el sector Primario, o lo que quedó de él, se centró demasiado en la ganadería bovina (vacas lecheras), la más perjudicada de todas por el ingreso de España en la UE. En los últimos años parece que la crisis está remitiendo, sobre todo en el País Vasco, pero la desindustrialización que han padecido y la pérdida de efectivos demográficos (emigración ante el paro, escasa natalidad, envejecimiento de la población…) van a pasar aún factura.

II.3. REGIONES ATRASADAS.

Ambas Castillas, Andalucía, Galicia, Aragón exceptuando Zaragoza y Extremadura tienen razones comunes que explican su escaso dinamismo económico: ante todo, un sector primario (el que menos riqueza genera) que tiene aún mucho peso en sus economías, poco competitivo, que genera rentas muy bajas y excedentes de mano de obra que no han podido ser absorbidos por un tejido industrial muy escaso, lo que ha motivado el incremento del paro y la emigración; con esta última se ha ido la mejor mano de obra (recursos humanos). Su localización periférica (recursos espaciales), la deficiente red de comunicaciones y un mercado pequeño y de escasa capacidad adquisitiva las hace poco atractivas para la instalación de empresas. En los últimos años aparecen signos de vitalidad en determinadas zonas: mejoras agrarias e industriales, lento desarrollo de las comunicaciones, atisbos de desarrollo endógeno (industria alimentaria, turismo rural, etc).

 III. LOS INDICADORES DE DESARROLLO.

Para determinar el grado de desarrollo o dinamismo económico de una región se han de tener en cuenta los siguientes factores:

III.1. EL PRODUCTO INTERIOR BRUTO (PIB). Mide la aportación de cada comunidad al PIB nacional. Las que más aportan son, por este orden: Cataluña, Madrid, Andalucía y Valencia, cada una con más del 10%. Tienen en común sus potencialidades espaciales (territorios grandes o bien emplazados) y demográficos. La presencia de Andalucía demuestra, sin embargo, que un elevado PIB no siempre está en consonancia con una elevada renta per cápita. También se tiene en cuenta el llamado PIB sectorial, lo que aporta cada sector económico (I, II, III) en el conjunto del PIB; en toda España, el sector que más produce es el Terciario y el que menos el Primario. Las comunidades más ricas son aquellas en las que el Primario (el sector que menos valor añadido genera) aporta a sus economías un porcentaje muy bajo, y el Secundario y el Terciario, en cambio, están muy desarrollado: se trata de Madrid, Cataluña, País Vasco y Baleares.

III.2. LA RENTA PER CAPITA, o nivel de vida. Aunque es un medidor fiable del dinamismo económico, a veces oculta grandes diferencias sociales (muchos ricos, pero también muchos pobres, por ejemplo, EE UU). En España se dan grandes desequilibrios, con regiones que igualan e incluso superan la media europea comunitaria (por este orden: Baleares, Madrid, Cataluña, Navarra, La Rioja, País Vasco y Aragón) y otras situadas muy por debajo (las podemos imaginar). Existen dos recursos financieros (pero insuficientes y en peligro de extinción, advirtamos) que intentan compensar estas desigualdades poniendo los medios para que las regiones más atrasadas se vayan situando al nivel de las demás: el Fondo de Compensación Interterritorial, que distribuye el gobierno central, y del que Andalucía se lleva el 27%, Galicia el 11 y Extremadura y otras cerca del 7%, pero también Cataluña, fíjense, consigue apañar más del 10%; y los Fondos Estructurales de la UE, destinados a la construcción de infraestructuras y dotaciones sociales, y que benefician sobre todo a Andalucía (absorbe el 35% del total), ambas Castillas, Galicia y Extremadura (8%). Estos últimos fondos van a cesar muy pronto y pasarán a beneficiar a los países del este de Europa que han ingresado recientemente en la UE, que son más pobres que España.

III.3. LA CALIDAD DE VIDA. Aunque guarda mucha relación con el PIB y la renta per capita, es preciso tener en cuenta que a menudo el desarrollo económico se ha realizado a costa del medio ambiente, las condiciones laborales, etc. De ahí que, por ejemplo, el Reino Unido o Alemania tengan un renta per cápita superior a la española, pero están clasificadas por detrás en cuanto a la calidad de vida. Otro ejemplo lo tenemos en Japón y las nuevas y potentes economías asiáticas, donde el crecimiento se hace a costa de un enorme esfuerzo laboral. Las referencias que se toman para determinarla, además de los indicadores anteriores, son el nivel de desempleo, el acceso a servicios culturales, sociales y sanitarios, el acceso a la vivienda, el número de espacios naturales y lugares de ocio, la esperanza de vida, la seguridad ciudadana y hasta el buen tiempo. En España, las comunidades que se considera tienen mejor calidad de vida son La Rioja, Baleares y Castilla y León; y las que peor: Extremadura, Andalucía, Murcia, País Vasco, Ceuta y Melilla.

III.4. EL NIVEL DE CONSUMO. Tiene una relación directa con la renta per cápita, puesto que clasifica a las comunidades de acuerdo con la capacidad adquisitiva, de compra, de sus pobladores. Se toman como referencias datos como el número de líneas telefónicas, automóviles, entidades bancarias, etc. por cada 1.000 habitantes. Lideran la clasificación Madrid, Navarra, Baleares y Cataluña, y la cierran Extremadura y Castilla la Mancha.